MONICIÓN
AMBIENTAL
La liturgia de la Palabra de este domingo,
dedicado a la Palabra de Dios, nos presenta a Jesús como luz para todos los
pueblos que nos llama a seguirlo. La Luz verdadera vence las tinieblas del
error, del pecado y de la confusión, llevándonos al reino de la verdad, del
amor y de la vida. Este encuentro con Dios tiene su fuente en el amor mismo.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, ayúdanos a llevar
una vida según tu voluntad, para que podamos dar en abundancia frutos de buenas
obras en nombre de tu Hijo predilecto.
El, que vive y reina contigo.
PRIMERA LECTURA
M.
El profeta Isaías habla de la Galilea de los gentiles donde el Mesías aparecerá
para resplandecer en medio de ellos.
Lectura del libro de Isaías 8,23b-9,3
En
otro tiempo el Señor humilló el país de Zabulón y el país de Neptalí; ahora
ensalzará el camino del mar, al otro lado del Jordán, la Galilea de los gentiles.
El
pueblo que caminaba en tinieblas
vio
una luz grande;
habitaban
tierra de sombras,
y
una luz les brilló.
Acreciste
la alegría,
aumentaste
el gozo;
se
gozan en tu presencia,
como
gozan al segar,
como
se alegran
al
repartirse el botín.
Porque
la vara del opresor,
y
el yugo de su carga,
el
bastón de su hombro,
los
quebrantaste como el día de Madián.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL Sal 26, 1.4.13-14 (R.: 1a)
M.
Nos unimos al salmista para confiar en la fuerza amorosa de Dios, que ilumina y
es el garante de nuestra vida, diciendo:
R./ El Señor es mi luz y mi salvación.
El
Señor es mi luz y mi salvación,
¿a
quién temeré?
El
Señor es la defensa de mi vida,
¿quién
me hará temblar?
R./ El Señor es mi luz y mi salvación.
Una
cosa pido al Señor,
eso
buscaré:
habitar
en la casa del Señor
por
los días de mi vida:
gozar
de la dulzura del Señor,
contemplando
su templo.
R./ El Señor es mi luz y mi salvación.
Espero
gozar de la dicha del Señor
en
el país de mi vida.
Espera
en el Señor, sé valiente,
ten
ánimo, espera en el Señor.
R./ El Señor es mi luz y mi salvación.
SEGUNDA LECTURA
M.
San Pablo nos llama a la comunión entre nosotros los creyentes, evitando toda
división, teniendo un mismo sentir y pensar.
Lectura de la primera carta del apóstol san
Pablo a los Corintios 1,10-13.17
Os
ruego, hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo: poneos de acuerdo y no
andéis divididos. Estad bien unidos con un mismo pensar y sentir.
Hermanos,
me he enterado por los de Cloe que hay discordias entre vosotros. Y por eso os
hablo así, porque andáis divididos, diciendo: “Yo soy de Pablo, yo soy de
Apolo, yo soy de Pedro, yo soy de Cristo”.
¿Está
dividido Cristo? ¿Ha muerto Pablo en la cruz por vosotros?
¿Habéis
sido bautizados en nombre de Pablo?
Porque
no me envió Cristo a bautizar, sino a anunciar el Evangelio, y no con sabiduría
de palabras, para no hacer ineficaz la cruz de Cristo.
Palabra de Dios.
M.
San Mateo relata el momento cuando Jesús comienza su predicación pública,
invitando a la conversión y a creer en
el reino de Dios, también llama a sus primeros discípulos.
Aleluya Mt 4,23
Jesús proclamaba el Evangelio del reino,
curando las dolencias del pueblo.
EVANGELIO
† Lectura del santo evangelio según san
Mateo 4,12-23
Al
enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan, se retiró a Galilea. Dejando
Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el territorio de Zabulón
y Neptalí. Así se cumplió lo que había
dicho el profeta Isaías:
“País
de Zabulón y país de Neptalí,
camino
del mar, al otro lado del Jordán,
Galilea
de los gentiles.
El
pueblo que habitaba en tinieblas
vio
una luz grande;
a
los que habitaban en tierra y sombras de muerte,
una
luz les brilló”.
Entonces
comenzó Jesús a predicar diciendo:
“Convertíos,
porque está cerca el reino de los cielos”. Pasando junto al lago de Galilea,
vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que
estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores.
Les
dijo:
“Venid
y seguidme, y os haré pescadores de hombres”. Inmediatamente dejaron las redes
y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que
estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó
también.
Inmediatamente
dejaron la barca y a su padre y lo siguieron. Recorría toda Galilea, enseñando
en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades
y dolencias del pueblo.
Palabra del Señor.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Con la confianza que
somos hijos de Dios que nos llama a escuchar su voz, oremos con toda la
Iglesia. Diremos a cada petición: Te rogamos Señor óyenos.
- Para que Jesucristo Palabra del
Padre les de Sabiduría al Papa Francisco y a nuestro obispo Mons. Miguel Ángel Morán
Aquino para seguir adelante en su labor pastoral. Oremos al Señor.
- Para que Dios con su Palabra
ilumine cada realidad del mundo y encuentre el camino de la caridad. Oremos al
Señor
- Para que nuestra Diócesis de Santa
Ana sepa dar frutos abundantes en la escucha asidua de la Palabra de Dios.
Oremos al Señor.
- Para que nuestra parroquia N…sea
el lugar de escucha de la Palabra de Dios y de encuentro con nuestros hermanos
y en donde Dios suscite más hermanos que se dediquen a la predicación. Oremos
al Señor.
- Para que atentos al escuchar la
voz de Dios, sepamos ayudar a nuestros hermanos más necesitados. Oremos al
Señor.
- Por cada una de nuestras
peticiones que Dios nos conceda las gracias que más necesitamos. Oremos al
Señor.
-
Por todos los difuntos, especialmente los sacerdotes, catequistas, laicos que
se han dedicado a predicar con la Palabra y el ejemplo, que Dios les conceda el
descanso eterno. Oremos al Señor.
Dios
Padre nuestro, te agradecemos por habernos enviado a tu Hijo Jesucristo,
Palabra viva que nos revela tu rostro misericordioso. Danos tu Espíritu, para
que aprendamos a escucharte y dar frutos abundantes, por Jesucristo nuestro
Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Señor, recibe con
bondad nuestros dones y, al consagrarlos con el poder de tu Espíritu, haz que
se conviertan para nosotros en dones de salvación.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Antífona de comunión Sal 33,6
Contemplad al Señor y quedaréis
radiantes; vuestro rostro no se avergonzará.
Oración después de la Comunión
Dios todopoderoso, te
pedimos que cuantos hemos recibido tu gracia vivificadora nos alegremos siempre
de este don admirable que nos haces.
Por Jesucristo nuestro Señor.
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
CEC 551, 765: la elección de los Doce
CEC 541-543: el Reino de Dios llama y reúne a
judíos y gentiles
CEC 813-822: la unidad de
la Iglesia
541 "Después que Juan fue
preso, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: El tiempo
se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena
Nueva" (MC 1,15). "Cristo, por tanto, para hacer la voluntad
del Padre, inauguró en la tierra el Reino de los cielos" (LG 3).
Pues bien, la voluntad del Padre es "elevar a los hombres a la
participación de la vida divina" (LG 2). Lo hace reuniendo a los
hombres en torno a su Hijo, Jesucristo. Esta reunión es la Iglesia, que es
sobre la tierra "el germen y el comienzo de este Reino" (LG 5).
542 Cristo es el corazón mismo de esta reunión de los
hombres como "familia de Dios". Los convoca en torno a él por su
palabra, por sus señales que manifiestan el reino de Dios, por el envío de sus
discípulos. Sobre todo, él realizará la venida de su Reino por medio del gran
Misterio de su Pascua: su muerte en la Cruz y su Resurrección. "Cuando yo
sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí" (JN 12,32). A
esta unión con Cristo están llamados todos los hombres (cf. LG 3).
543 Todos los hombres están llamados a entrar
en el Reino. Anunciado en primer lugar a los hijos de Israel (cf. Mt 10,5-7),
este reino mesiánico está destinado a acoger a los hombres de todas las
naciones (cf. Mt 8,11 MT 28,19).
Para entrar en él, es
necesario acoger la palabra de Jesús: La palabra de Dios se compara a una
semilla sembrada en el campo: los que escuchan con fe y se unen al pequeño
rebaño de Cristo han acogido el Reino; después la semilla, por sí misma,
germina y crece hasta el tiempo de la siega (LG 5).
544 El Reino pertenece a los pobres y a los
pequeños, es decir a los que lo acogen con un corazón humilde. Jesús fue
enviado para "anunciar la Buena Nueva a los pobres" (LC 4,18
cf. LC 7,22). Los declara bienaventurados porque de "ellos es el
Reino de los cielos" (MT 5,3); a los "pequeños" es a
quienes el Padre se ha dignado revelar las cosas que ha ocultado a los sabios y
prudentes (cf. Mt 11,25). Jesús, desde el pesebre hasta la cruz comparte
la vida de los pobres; conoce el hambre (cf. Mc 2,23-26 MT 21,18), la
sed (cf. Jn 4,6-7 JN 19,28) y la privación (cf. Lc 9,58). Aún
más: se identifica con los pobres de todas clases y hace del amor activo hacia
ellos la condición para entrar en su Reino (cf. Mt 25,31-46).
545 Jesús invita a los pecadores al banquete
del Reino: "No he venido a llamar a justos sino a pecadores" (MC
2,17 cf. 1TM 1,15). Les invita a la conversión, sin la cual no se
puede entrar en el Reino, pero les muestra de palabra y con hechos la
misericordia sin límites de su Padre hacia ellos (cf. Lc 15,11-32) y la
inmensa "alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta" (LC
15,7). La prueba suprema de este amor será el sacrificio de su propia vida
"para remisión de los pecados" (MT 26,28).
546 Jesús llama a entrar en el Reino a través de las parábolas,
rasgo típico de su enseñanza (cf. Mc 4,33-34). Por medio de ellas invita
al banquete del Reino (cf. Mt 22,1-14), pero exige también una elección
radical para alcanzar el Reino, es necesario darlo todo (cf. Mt 13,44-45);
las palabras no bastan, hacen falta obras (cf. Mt 21,28-32). Las
parábolas son como un espejo para el hombre: ¿acoge la palabra como un suelo
duro o como una buena tierra (cf. Mt 13,3-9)? ¿Qué hace con los talentos
recibidos (cf. Mt 25,14-30)? Jesús y la presencia del Reino en este
mundo están secretamente en el corazón de las parábolas. Es preciso entrar en
el Reino, es decir, hacerse discípulo de Cristo para "conocer los
Misterios del Reino de los cielos" (MT 13,11). Para los que están
"fuera" (MC 4,11), la enseñanza de las parábolas es algo
enigmático (cf. Mt 13,10-15).
HERMENÉUTICA BÍBLICA DE LA FE
Jesús, la
Palabra hecha carne, comienza a predicar, una vez que Juan ha sido encarcelado,
significando que una vez terminada la ley nace el Evangelio. El Señor, por otra
parte, se retira a la región de Galilea para evitar la envidia de los judíos.
El Señor es la gran luz que aparece en la llamada Galilea de los gentiles. A Cafarnaúm
se le llama Galilea de los Gentiles porque estaba constituida por muchos extranjeros
desde la invasión asiria realizada entre los años 734-721 a. C., probablemente
la tercera parte de su población era judía.
La luz es la
Verdad hecha carne, las tinieblas y sombras de muerte se refieren al pecado, al
error, a la separación de Dios. Las tinieblas son símbolo de la confusión, del
error y también de la muerte.
El mensaje de Jesús es la conversión para
entrar al Reino de Dios: que indica volver a ver la luz, la gran luz que es
Dios mismo hecho hombre. Conversión de aquellos que están privados de la
dimensión trascendente de sus existencias, superando la inmanencia asfixiante
de quien no escucha ni acoge a Dios, destruyéndose a sí mismo (cf. San Juan
Pablo II).
Jesús, el Mesías
realiza las obras anunciadas por el profeta: cura al hombre integralmente,
devolviéndole su altísima dignidad. Todos los signos sobrenaturales que realiza
el Señor pretenden poner en evidencia la realidad de un Reino que es por
naturaleza espiritual. El Reino de Dios tiende a la plenitud del encuentro del
hombre con su Creador y Padre. Ahora bien, la fe en la real posibilidad de ese
encuentro brota de las obras del amor.
Jesús llama a los primeros discípulos para
que lo sigan y se conviertan en pescadores de hombres. La elección de estos
pescadores indica que el don de la llamada divina no depende de los méritos de
nadie ni de la sabiduría humana, sino que es puro don divino, es fruto de la
gratuidad de Dios y también de su omnipotencia que elige a los sencillos y
débiles para confundir a los fuertes (cf. San Agustín).
Es evidente en
estos primeros cuatro discípulos la capacidad de dejar aquellas cosas que los
ocupaban para seguir al Señor. A Dios le agradan los actos de amor que
realizamos por El. Hay que decir que el reino de Dios no tiene precio, por esto
no podemos escatimar lo que tenemos y somos a cambio de ese reino.
Comentarios
Publicar un comentario