MONICION
AMBIENTAL
Este tercer domingo de Adviento subraya la
venida del Salvador. La sagrada Escritura invita a que lo esperen los humildes,
los pobres, los heridos por sus pecados. Se trata de una espera gozosa por la inminencia
de la salvación obrada a través de Jesucristo, el Hijo eterno de Dios Padre
amoroso y misericordioso.
ORACION
COLECTA
Estas viendo,
Señor, como tu pueblo espera con fe la fiesta del nacimiento de tu Hijo;
concédenos llegar a la navidad, fiesta de gozo y salvación, y poder celebrarla
con alegría desbordante.
Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
M. El profeta Isaías predice la venida personal del
Salvador, sus actos teándricos, su infinito amor por todos, especialmente por
los pecadores.
Lectura del
libro de Isaías 35,1-6a.10
El desierto y el yermo se
regocijarán, se alegrarán el páramo y la estepa, florecerá como flor de
narciso, se alegrará con gozo y alegría.
Tiene la gloria del Líbano, la
belleza del Carmelo y del Sarión. Ellos verán la gloria del Señor, la belleza
de nuestro Dios.
Fortaleced las manos débiles,
robusteced las rodillas vacilantes; decid a los cobardes de corazón: «Sed
fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios, que trae el desquite; viene en
persona, resarcirá y os salvará.»
Se despegarán los ojos del ciego,
los oídos del sordo se abrirán, saltará como un siervo el cojo, la lengua del
mudo cantará.
Volverán los rescatados del
Señor, vendrán a Sión con cánticos: en cabeza, alegría perpetua; siguiéndolos,
gozo y alegría. Pena y aflicción se alejarán.
Palabra de Dios.
SALMO
RESPONSORIAL Sal 145, 7. 8-9a. 9bc-10(R.:cf. Is 35, 4)
M. Unámonos al salmo 145 para hacer nuestra la espera de
la venida del Redentor, diciendo: R/.
Ven, Señor, a salvarnos.
El Señor mantiene su fidelidad perpetuamente, hace
justicia a los oprimidos, da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los
cautivos. R/. Ven, Señor, a salvarnos.
El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los
que ya se doblan, el Señor ama a los justos, el Señor guarda a los peregrinos. R/. Ven, Señor, a salvarnos.
Sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino
de los malvados. El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad. R/. Ven, Señor, a salvarnos.
SEGUNDA
LECTURA
M. El apóstol Santiago nos invita a tener paciencia,
aguardando la venida del Señor.
Lectura de la
carta del apóstol Santiago 5,7-10
Tened paciencia, hermanos, hasta la venida del Señor. El
labrador aguarda paciente el fruto
valioso de la tierra, mientras recibe la lluvia temprana y tardía.
Tened paciencia también vosotros, manteneos firmes,
porque la venida del Señor está cerca.
No os quejéis, hermanos, unos de otros, para no ser
condenados. Mirad que el juez esta ya a
la puerta.
Tomad, hermanos, como ejemplo de sufrimiento y de
paciencia a los profetas, que hablaron en nombre del Señor.
Palabra de
Dios.
M. San Mateo nos relata la pregunta de los discípulos de
Juan el Bautista a Jesús sobre su ser mesiánico. El Señor responde con
abundantes milagros y con la invitación a no escandalizarse por la humildad de
su condición y actuar mesiánicos.
ACLAMACION
ANTES DEL EVANGELIO
Aleluya Lc
4,18.
El espíritu
del Señor esta sobre mí; me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres.
EVANGELIO
† Lectura del
santo evangelio según san Mateo 11,2-11.
En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las
obras del Mesías, le mandó a preguntar por medio de sus discípulos:
―« ¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?»
Jesús le respondió:
―« Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo:
Los ciegos ven, y los inválidos andan; los leprosos
quedan limpios, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les
anuncia el evangelio.
¡Y dichoso el que no se escandalice de mí!»
Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente de Juan:
―«¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña
sacudida por el viento? ¿O que fuisteis a ver, un hombre vestido con lujos? Los
que vistes con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver
a un profeta?
Sí, os digo, y más que profeta; él es de quien está
escrito:
“Yo envió mi mensajero delante de ti, para que prepare el
camino ante ti.”
Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que
Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más
grande que él.»
Palabra del
Señor.
HOMILIA
CREDO
ORACION DE LOS FIELES
Confortados
por el anuncio de la venida del Señor, oremos, hermanos, mientras esperamos
confiadamente nuestra total liberación. Decimos: Te rogamos, Señor, óyenos.
h Para
que Dios visite la santa Iglesia con su venida y la gobierne con su asistencia,
roguemos al Señor.
h Para que con la
tutela divina nuestros tiempos sean tranquilos y nuestra vida feliz, roguemos
al Señor.
h Para que el Señor con
su venida cure los dolores de los enfermos, de paz y alegría a los que no la
tienen y libre al mundo de todos los males, roguemos al Señor
h Para que quienes hoy
recordamos con piedad la primera venida del Señor en la carne, merezcamos
participar también con gozo en su gloriosa aparición al final de los tiempos,
roguemos al Señor.
Escucha,
Señor, las oraciones de tu pueblo y, con la fuerza de tu amor, mantén nuestro caminar hacia el que ha
de venir, para que, perseverando con paciencia, hagamos madurar las semillas
que tú mismo siembras en nuestros corazones y las hagamos fructificar con
acción de gracias.
Por Jesucristo
nuestro Señor
Oración sobre las Ofrendas
Haz, Señor, que te ofrezcamos siempre este
sacrificio como expresión de nuestra propia entrega, para que así cumplamos el
sacramento que tú nos distes y se lleve a cabo en nosotros la obra de tu
salvación.
Por
Jesucristo nuestro Señor.
Antífona de comunión Cf.
Is 35,4.
Decid
a los cobardes de corazón: Sed fuertes, no temáis. Mirada nuestro Dios que
viene y nos salvará.
Oración
después de la Comunión
Imploramos, Señor, tu misericordia, para que esta
comunión que hemos recibido nos prepare a las fiestas que se acercan,
purificándonos de todo pecado.
Por Jesucristo nuestro Señor.
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
CEC 30, 163,
301, 736, 1829, 1832, 2015, 2362: el gozo
CEC 227,
2613, 2665, 2772: la paciencia
CEC 439, 547-550, 1751: la manifestación de
Jesús como el Mesías
547 Jesús acompaña sus palabras con
numerosos "milagros, prodigios y signos" (AC 2,22) que
manifiestan que el Reino está presente en El. Ellos atestiguan que Jesús es el
Mesías anunciado (cf, LC 7,18-23).
548 Los
signos que lleva a cabo Jesús testimonian que el Padre le ha enviado (cf. Jn
5,36 JN 10,25). Invitan a creer en Jesús (cf. Jn 10,38). Concede lo
que le piden a los que acuden a él con fe (cf. Mc 5,25-34 MC 10,52 etc. MC
). Por tanto, los milagros fortalecen la fe en Aquél que hace las obras de
su Padre: éstas testimonian que él es Hijo de Dios (cf. Jn 10,31-38).
Pero también pueden ser "ocasión de escándalo" (MT 11,6). No
pretenden satisfacer la curiosidad ni los deseos mágicos. A pesar de tan
evidentes milagros, Jesús es rechazado por algunos (cf. JN 11,47-48);
incluso se le acusa de obrar movido por los demonios (cf. Mc 3,22).
549 Al
liberar a algunos hombres de los males terrenos del hambre (cf. Jn 6,5-15),
de la injusticia (cf. Lc 19,8), de la enfermedad y de la muerte (cf. Mt
11,5), Jesús realizó unos signos mesiánicos; no obstante, no vino para
abolir todos los males aquí abajo (cf. Lc 12,13 Lc 12,14 JN 18,36),
sino a liberar a los hombres de la esclavitud más grave, la del pecado (cf. Jn
8,34-36), que es el obstáculo en su vocación de hijos de Dios y causa de
todas sus servidumbres humanas.
550 La venida del Reino de Dios es la derrota del reino de
Satanás (cf. Mt 12,26): "Pero si por el Espíritu de Dios expulso yo
los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios" (MT 12,28).
Los exorcismos de Jesús liberan a los hombres del dominio de los
demonios (cf LC 8,26-39). Anticipan la gran victoria de Jesús sobre
"el príncipe de este mundo" (JN 12,31). Por la Cruz de Cristo
será definitivamente establecido el Reino de Dios: "Regnavit a ligno
Deus" ("Dios reinó desde el madero de la Cruz", himno
"Vexilla Regis").
HERMENÉUTICA BÍBLICA DE LA FE
San Juan
Bautista envía a sus discípulos a preguntarle a Jesús si él era el Mesías
esperado o si debían esperar a otro. La pregunta no es tanto porque el Bautista
dude de la mesianidad de Jesús, sino por las dudas o interrogantes que podrían
tener sus discípulos, recuérdese que se percibe en algunos pasajes envidia y
celos. “Miró, pues, en esto Juan, no a su propia ignorancia, sino a la de sus
discípulos y los envía a ver sus obras y sus milagros, a fin de que comprendan
que no era distinto de Aquel a quien él les había predicado y para que la
autoridad de sus palabras fuese revelada con las obras de Cristo y para que no
esperasen otro Cristo distinto de Aquel de quien dan testimonio sus propias
obras” (San Hilario).
Juan “envía a
sus discípulos a Cristo, con el objeto de que, teniendo ocasión de ver los
milagros y las virtudes de Cristo, creyesen en El y aprendiesen por las
preguntas que le hiciesen. Que efectivamente los discípulos de Juan habían
tenido cierta envidia contra Cristo” (San Jerónimo). Jesús responde
elocuentemente a través de las diversas obras de amor que realiza en la
curación de los enfermos, en la resurrección de los muertos, en el anuncio del
Evangelio a los pobres. El Señor añade que es bienaventurado quien no se
escandalice de él, especialmente cuando muera en la cruz: hemos de ser capaces
de verlo grandioso en su vida oculta, en su vida pública y en el misterio de su
pascua.
Cuando los
discípulos de Juan se marchan, Jesús revela la grandeza del Precursor por su
íntima unión con El, pero también esclarece que esa grandeza del Precursor no
es mayor que la grandeza de los miembros de su Reino. Juan no perdió su
dignidad con los pecados de la carne, con el lujo, ni con la adulación, ni con
otros vicios, sino que anunció con su palabra recta la conversión,
distinguiéndose por sus vestidos austeros, su morada en el desierto y por su
vida penitente. Jesucristo elogia este conjunto de virtudes.
El anuncio de
la Buena Nueva a los pobres comporta trabajar por su promoción, el darles el
gran don de la Verdad divina, el saber reconocer en ellos la novedad de la
solidaridad de Jesucristo que se identifica con los humildes y pequeños. El
bien o el mal que se les haga, se le hace a Jesucristo. La Iglesia es
consciente que los pobres siempre deben ser objeto de solidaridad, Dios nos
pedirá cuenta de la suerte de ellos; el Señor reconoce a sus elegidos en el
bien que hayan hecho a los pobres; por otra parte, sabemos con realismo que la
pobreza ningún sistema ni ideología la podrá erradicar completamente (cfr. San
Juan Pablo II).
La
cercanía del Reino de Dios se palpa en las abundantes obras de verdadero amor
realizadas por Jesús, en su sensibilidad con las necesidades y sufrimientos de
los hombres. Jesús manifiesta el amor del Padre, su compasión que perdona y
concede abundantes gracias. En su encuentro con los paganos se evidencia que se
pertenece a ese Reino mediante la conversión, en el querer cumplir la voluntad
de Dios y a través de la fe, no porque se pertenezca a determinada etnia (cfr.
RM 13).
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