MONICIÓN AMBIENTAL
La liturgia
de la Palabra de este domingo nos invita a orar, conscientes que en la
identificación dialogante con el Señor nos vamos convirtiendo a su imagen,
salimos de nuestro egoísmo, aprendemos a confiar siempre en su Providencia, y
construimos la esperanza y la comunión.
ORACIÓN COLECTA
Dios
todopoderoso y eterno, te pedimos entregarnos a ti con fidelidad y servirte con
sincero corazón.
Por nuestro
Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
M. En el
libro del Éxodo se recoge la oración de intercesión de Moisés expresada a
través de los brazos levantados, su oración permitió a Josué derrotar a Amalec.
Lectura del libro del Éxodo 17,8-13
Después
vinieron los amalecitas y atacaron a Israel en Refidím. Moisés dijo a Josué:
“Elige a algunos de nuestros hombres y ve mañana a combatir contra Amalec. Yo
estaré de pie sobre la cima del monte, teniendo en mi mano el bastón de Dios”.
Josué hizo lo que le había dicho Moisés, y fue a combatir contra los
amalecitas. Entretanto, Moisés, Aarón y Jur habían subido a la cima del monte.
Y mientras Moisés tenía los brazos levantados, vencía Israel; pero cuando los
dejaba caer, prevalecía Amalec. Como Moisés tenía los brazos muy cansados,
ellos tomaron una piedra y la pusieron donde él estaba. Moisés se sentó sobre
la piedra, mientras Aarón y Jur le sostenían los brazos, uno a cada lado. Así
sus brazos se mantuvieron firmes hasta la puesta del sol. De esa manera, Josué
derrotó a Amalec y a sus tropas al filo de la espada.
Palabra de
Dios.
SALMO RESPONSORIAL Sal 120,1-8
M. Levantemos
nuestros ojos y nuestro corazón confiados al Dios amoroso y providente
diciendo:
El auxilio me viene del Señor.
La mirada dirijo hacia la altura de donde ha
de venirme todo auxilio. El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la
tierra.
El auxilio me viene del Señor.
No dejará que des un paso en falso, pues es
tu guardián y nunca duerme. No, jamás se dormirá o descuidará el guardián de
Israel.
El auxilio me viene del Señor.
El Señor te protege y te da sombra, está
siempre a tu lado. No te hará daño el sol durante el día ni la luna de noche.
El auxilio me viene del Señor.
Te guardará
el Señor en los peligros y cuidará tu vida; protegerá tus ires y venires, ahora
y para siempre.
El auxilio me viene del Señor.
SEGUNDA LECTURA
M. Pablo
exhorta a Timoteo a permanecer fiel a la doctrina recibida y a encontrar la
sabiduría que conduce a la salvación a través de las Sagradas Escrituras.
Lectura del segundo libro a Timoteo 3,14-4,3
Pero
tú permanece fiel a la doctrina que aprendiste y de la que estás plenamente
convencido: tú sabes de quiénes la has recibido. Recuerda que desde la niñez
conoces las Sagradas Escrituras: ellas pueden darte la sabiduría que conduce a
la salvación, mediante la fe en Cristo Jesús. Toda la Escritura está inspirada
por Dios, y es útil para enseñar y para argüir, para corregir y para educar en
la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para
hacer siempre el bien.
Yo te conjuro
delante de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a los vivos y a los
muertos, y en nombre de su Manifestación y de su Reino: proclama la Palabra de
Dios, insiste con ocasión o sin ella, arguye, reprende, exhorta, con paciencia
incansable y con afán de enseñar. Porque llegará el tiempo en que los hombres
no soportarán más la sana doctrina; por el contrario, llevados por sus inclinaciones,
se procurarán una multitud de maestros.
Palabra de
Dios
M. El Evangelio de San Lucas nos invita a
orar siempre, sin cansarnos, confiados en el auxilio del Señor.
Aleluya, aleluya.
La palabra de Dios es viva y eficaz y descubre los
pensamientos e intenciones del corazón.
EVANGELIO
Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 18,1-8
En aquel
tiempo les decía también esta parábola: que es menester orar siempre, y no
desfallecer. Diciendo: "Había un juez en cierta ciudad que no temía a
Dios, ni respetaba a hombre alguno. Y había en la misma ciudad una viuda que
venía a él y le decía: Hazme justicia de mi contrario. Y él por mucho tiempo no
quiso. Pero después de esto dijo entre sí: Aunque ni temo a Dios ni a los
hombres tengo respeto, todavía, porque me es importuna esta viuda, le haré
justicia, porque no venga tantas veces que al fin me muela. Y dijo el Señor:
Oíd lo que dice el injusto juez: ¿Pues Dios no hará venganza de sus escogidos,
que claman a El día y noche, y tendrá paciencia en ellos? Os digo, que presto
los vengará. Mas cuando viniere el Hijo del hombre, ¿pensáis que hallará fe en
la tierra?"
Palabra de
Dios
HOMILIA
CREDO
ORACION DE LOS FIELES
Sabiendo
que Dios se complace en los que con sencillez y humildad lo llaman Padre,
oremos juntos diciendo: Padre, escúchanos.
h Para que los fieles y pastores del
Pueblo de Dios anunciemos con entusiasmo y sabiduría el Evangelio que conduce a
la vida. Oremos al Señor.
h Para que el mensaje de Jesús
sea la norma de vida de los hombres del tercer milenio. Oremos al Señor.
h Para que los padres y
educadores de los niños y de los adolescentes les transmitan con convicción los
valores auténticos. Oremos al Señor.
h Para que, imitando a Jesús que
se retiraba a orar, sepamos buscar momentos de intimidad con Dios, y dejemos
que Él nos dé fuerza para vivir con ilusión nuestra fe. Oremos al Señor.
Padre,
escucha nuestros ruegos y ayúdanos a permanecer con los brazos levantados hacia
Ti y con la mirada puesta en la meta: Jesucristo. Que vive y reina por los
siglos de los siglos.
Oración
sobre las Ofrendas
Concédenos,
Señor, ofrecerte estos dones con un corazón libre, para que tu gracia pueda
purificarnos en estos misterios que ahora celebramos.
Por
Jesucristo nuestro Señor.
Antífona de comunión Sal 32,18-19
Los
ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su
misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempos de
hambre.
Oración después de la Comunión
La
participación frecuente en esta eucaristía nos sea provechosa, Señor, para que
disfrutemos de tus beneficios en la tierra y crezca nuestro conocimiento de los
bienes del cielo.
Por
Jesucristo nuestro Señor.
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
CEC
2574-2577: Moisés y la oración de intercesión
CEC
2629-2633: la oración de petición
CEC
2653-2654: la Palabra de Dios, fuente de oración
CEC
2816-2821: “Venga tu Reino”
CEC 875: la
necesidad de la predicación
2629 El vocabulario neotestamentario
sobre la oración de súplica está lleno de matices: pedir, reclamar, llamar con
insistencia, invocar, clamar, gritar, e incluso "luchar en la
oración" (cf RM 15,30 COL 4,12). Pero su forma más habitual, por
ser la más espontánea, es la petición: Mediante la oración de petición
mostramos la conciencia de nuestra relación con Dios: por ser criaturas, no
somos ni nuestro propio origen, ni dueños de nuestras adversidades, ni nuestro
fin último; pero también, por ser pecadores, sabemos, como cristianos, que nos apartamos
de nuestro Padre. La petición ya es un retorno hacia El.
2630 El
Nuevo Testamento no contiene apenas oraciones de lamentación, frecuentes en el
Antiguo. En adelante, en Cristo resucitado, la oración de la Iglesia es
sostenida por la esperanza, aunque todavía estemos en la espera y tengamos que
convertirnos cada día. La petición cristiana brota de otras profundidades, de
lo que S. Pablo llama el gemido: el de la creación "que sufre
dolores de parto" (RM 8,22), el nuestro también en la espera
"del rescate de nuestro cuerpo. Porque nuestra salvación es objeto de
esperanza" (RM 8,23-24), y, por último, los "gemidos
inefables" del propio Espíritu Santo que "viene en ayuda de nuestra
flaqueza. Pues nosotros no sabemos pedir como conviene" (RM 8,26).
2631 La petición
de perdón es el primer movimiento de la oración de petición (cf el
publicano: "ten compasión de mí que soy pecador": LC 18,13).
Es el comienzo de una oración justa y pura. La humildad confiada nos devuelve a
la luz de la comunión con el Padre y su Hijo Jesucristo, y de los unos con los
otros (cf 1JN 1, 7-2, 2): entonces "cuanto pidamos lo recibimos de
El" (1JN 3,22). Tanto la celebración de la eucaristía como la
oración personal comienzan con la petición de perdón.
2632 La
petición cristiana está centrada en el deseo y en la búsqueda del Reino
que viene, conforme a las enseñanzas de Jesús (cf MT 6,10 MT 6,33 LC 11,2 LC
11,13). Hay una jerarquía en las peticiones: primero el Reino, a
continuación lo que es necesario para acogerlo y para cooperar a su venida.
Esta cooperación con la misión de Cristo y del Espíritu Santo, que es ahora la
de la Iglesia, es objeto de la oración de la comunidad apostólica (cf AC 6,6
AC 13,3). Es la oración de Pablo, el Apóstol por excelencia, que nos revela
cómo la solicitud divina por todas las Iglesias debe animar la oración
cristiana (cf RM 10,1 EP 1,16-23 PH 1,9-11 COL 1,3-6 COL 4,3-4 COL 4,12).
Al orar, todo bautizado trabaja en la Venida del Reino.
2633 Cuando se participa así en el amor salvador de Dios, se
comprende que toda necesidad pueda convertirse en objeto de petición.
Cristo, que ha asumido todo para rescatar todo, es glorificado por las
peticiones que ofrecemos al Padre en su Nombre (cf JN 14,13). Con esta
seguridad, Santiago (cf JC 1,5-8) y Pablo nos exhortan a orar en toda
ocasión (cf EP 5,20 PH 4,6-7 COL 3,16-17 1TH 5,17-18).
HERMENÉUTICA BÍBLICA DE LA FE
El que
persevera en la oración es testigo del cuidado amoroso de Dios, “quiere que
medites los beneficios cuando pides y quiere que por la oración recibas lo que
su bondad quiere concederte. Nunca niega sus beneficios a quien los pide y por
su piedad excita a los que oran a que no se cansen de orar” (San Juan
Crisóstomo). Ahora bien, ora el que es consciente de su propia indigencia, “la
oración es el reconocimiento de nuestros límites y de nuestra dependencia:
venimos de Dios, somos de Dios y retornamos a Dios. Por lo tanto, no podemos
menos de abandonarnos en El, nuestro Creador y Señor, con plena y total
confianza” (San Juan Pablo II).
La viuda de
la parábola es imagen de alguien frágil, indefenso, solo, pobre, “Jesús la
presenta como modelo, al mismo tiempo que la defiende, pues en el sistema
socio-jurídico de entonces las viudas eran unos seres totalmente indefensos”
(MD 13). Espiritualmente San Agustín comenta sobre la viuda: “puede ser muy
bien la imagen de la Iglesia, que aparece como desolada hasta que venga el
Señor, quien ahora cuida de ella misteriosamente”.
Una expresión
popular y fecunda de la oración vocal la encontramos en el Rosario, “el
Rosario, en vez de ser una huida de los problemas del mundo, nos impulsa a
examinarlos de manera responsable y generosa, y nos concede la fuerza de
afrontarlos con la certeza de la ayuda de Dios y con el firme propósito de
testimoniar en cada circunstancia la caridad” (RVM 40).
La oración
está íntimamente unida a la esperanza y a la comunión, “muestra dónde está Dios
(cf. Mt 6,21) y dónde está el
verdadero hombre (cf. Mt 20,26; Jn
19,5). Desesperar es individualismo. La esperanza es comunión. ¿No es este
un camino espléndido que se nos propone?” (Benedicto XVI)
En cuanto a
si encontrará fe el Hijo del hombre cuando vuelva, “esto lo añade el Señor para
dar a conocer que si la fe falta, la oración es inútil. Por tanto, cuando
oremos, creamos y oremos para que no falte la fe. La fe produce la oración y la
oración produce a su vez la firmeza de la fe” (San Agustín).
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