MONICIÓN AMBIENTAL
Hoy, Jesús nos hace ver que su paz es la
salvación, el perdón y la gracia. Para acoger responsablemente este don suyo es
imprescindible amarlo con fidelidad a través de su Palabra, del cumplimiento de
sus mandamientos y enseñanzas, optando firmemente por el bien de nuestros
hermanos. Alcanzamos la unidad perfecta con la santísima Trinidad gracias al
envío del Espíritu Santo, que con su gracia santificante nos va conduciendo a
la plena comunión con Dios.
ORACION COLECTA
Concédenos, Dios
todopoderoso, continuar celebrando con fervor estos días de alegría en honor de
Cristo resucitado, y que los misterios que estamos recordando transformen
nuestra vida y se manifiesten en nuestras obras. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
M. El libro de los Hechos de los Apóstoles
relata la primera intervención colegial de los Apóstoles: la circuncisión era
innecesaria para alcanzar la salvación.
Lectura del libro
de los Hechos de los Apóstoles 15,1-2.22-29
En aquellos días, unos que bajaron de Judea
se pusieron a enseñar a los hermanos que, si no se circuncidaban conforme a la
tradición de Moisés, no podían salvarse. Esto provocó un altercado y una
violenta discusión con Pablo y Bernabé; y se decidió que Pablo, Bernabé y
algunos más subieran a Jerusalén a consultar a los apóstoles y presbíteros
sobre la controversia. Los apóstoles y los presbíteros con toda la iglesia
acordaron entonces elegir alguno de ellos y mandarlos a Antioquía con Pablo y
Bernabé. Eligieron a Judas Barsabá y a
Silas, miembros eminentes entre los hermanos, y les entregaron esta carta:
“Los apóstoles y los presbíteros hermanos
saludan a los hermanos de Antioquía, Siria y Cilicia convertidos del paganismo.
Nos hemos enterado de que algunos de aquí,
sin encargo nuestro, os han alarmado e inquietado con sus palabras. Hemos
decidido, por unanimidad, elegir algunos y enviároslos con nuestros queridos
Bernabé y Pablo, que han dedicado su vida a la causa de nuestro Señor
Jesucristo. En vista de esto, mandamos a Silas y a Judas, que os referirán de
palabra lo que sigue: Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no
imponeros más cargas que las indispensables: que os abstengáis de carne
sacrificada a los ídolos, de sangre, de
animales estrangulados y de la fornicación. Haréis bien en apartaros de todo
esto. Salud.”
Palabra de
Dios
SALMO RESPONSORIAL
Sal 66,2-3.5.6 y 8 (R.: 4)
M. El salmista invita a que todos los pueblos
de la tierra alaben al Señor por el don de su salvación, por su justicia y
rectitud. Digamos también nosotros:
R/. Oh Dios, que te alaben los
pueblos, que todos los pueblos te alaben.
El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine
su rostro sobre nosotros; conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación. R/. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te
alaben.
Que canten de alegría las naciones, porque
riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las
naciones de la tierra. R/. Oh Dios, que
te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos
los pueblos te alaben. Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines
del orbe. R/. Oh Dios, que te alaben los
pueblos, que todos los pueblos te alaben.
SEGUNDA LECTURA
M. San Juan nos habla de la Jerusalén
gloriosa que baja del cielo, cuyo santuario es Dios mismo y su lámpara
Cristo-Cordero.
Lectura del libro del Apocalipsis 21,10-14.22-23
El ángel me transportó en éxtasis a un monte altísimo, y me enseñó la
ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, enviada por Dios, trayendo la
gloria de Dios.
Brillaba como
una piedra preciosa, como jaspe traslúcido. Tenía una muralla grande y alta y
doce puertas custodiadas por doce ángeles, con doce nombres grabados: los
nombres de las tribus de Israel.
A oriente tres puertas, al norte tres puertas, al sur tres puertas, y a
occidente tres puertas. La muralla tenía doce basamentos que llevaban doce
nombres: los nombres de los apóstoles del cordero.
Santuario no vi ninguno, porque es su santuario el Señor Dios
todopoderoso y el Cordero. La ciudad no necesita sol ni luna que la alumbre,
porque la gloria de Dios la ilumina y su lámpara es el Cordero.
Palabra de Dios
M. San Juan recoge el relato del Señor que
nos invita a amarlo con fidelidad, guardando su Palabra y cumpliendo su
voluntad. Nos promete la inhabitación de la santísima Trinidad y la fuerza
divina del Espíritu Santo.
ACLAMACION ANTES
DEL EVANGELIO Aleluya Jn 14,23
El que me ama
guardará mi palabra ‒dice el Señor‒, y mi Padre lo amará, y vendremos a él.
EVANGELIO
+Lectura del santo evangelio según san Juan 14,23-29
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
‒“El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él
y haremos morada en él.
El que no me ama
no guardará mi palabra. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, si no del
Padre que me envió.
Os he hablado de
esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que
enviará el padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya
recordando todo lo que os he dicho.
La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy
como la da el mundo.
Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: “Me
voy y vuelvo a vuestro lado.” Si me amarais, os alegraríais de que vaya al
Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que
suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo.”
Palabra del Señor.
CITAS DEL CEC
SUGERIDAS
CEC 2746-2751: la
oración de Cristo en la Última Cena
CEC 243, 388, 692,
729, 1433, 1848: el Espíritu Santo, abogado/consolador
CEC 1965-1974: la
nueva Ley perfecciona la Ley antigua
CEC 865, 869, 1045, 1090, 1198, 2016: la Jerusalén
celeste
“La oración de la hora de Jesús”
2746 Cuando ha llegado su hora, Jesús ora al
Padre (cf JN 17). Su oración, la más larga transmitida por el Evangelio,
abarca toda la Economía de la creación y de la salvación, así como su Muerte y
su Resurrección. Al igual que la Pascua de Jesús, sucedida "una vez por
todas", permanece siempre actual, de la misma manera la oración de la
"hora de Jesús" sigue presente en la Liturgia de la Iglesia.
2747 La tradición
cristiana acertadamente la denomina la oración "sacerdotal" de Jesús.
Es la oración de nuestro Sumo Sacerdote, inseparable de su sacrificio, de su
"paso" [pascua] hacia el Padre donde él es "consagrado"
enteramente al Padre (cf JN 17,11 JN 17,13 JN 17,19).
2748 En esta oración
pascual, sacrificial, todo está "recapitulado" en El (cf EP 1,10):
Dios y el mundo, el Verbo y la carne, la vida eterna y el tiempo, el amor que
se entrega y el pecado que lo traiciona, los discípulos presentes y los que
creerán en El por su palabra, la humillación y la Gloria. Es la oración de la
unidad.
2749 Jesús ha cumplido
toda la obra del Padre, y su oración, al igual que su sacrificio, se extiende
hasta la consumación de los siglos. La oración de la "hora de Jesús"
llena los últimos tiempos y los lleva hacia su consumación. Jesús, el Hijo a quien
el Padre ha dado todo, se entrega enteramente al Padre y, al mismo tiempo, se
expresa con una libertad soberana (cf JN 17,11 JN 17,13 JN 17,19 JN 17,24)
debido al poder que el Padre le ha dado sobre toda carne. El Hijo que se ha
hecho Siervo, es el Señor, el Pantocrator. Nuestro Sumo Sacerdote que ruega por
nosotros es también el que ora en nosotros y el Dios que nos escucha.
2750 Si en el Santo
Nombre de Jesús, nos ponemos a orar, podemos recibir en toda su hondura la
oración que él nos enseña: "Padre Nuestro". La oración sacerdotal de
Jesús inspira, desde dentro, las grandes peticiones del Padrenuestro: la
preocupación por el Nombre del Padre (cf JN 17,6 JN 17,11 JN 17,12 JN 17,26),
el deseo de su Reino (la Gloria; cf JN 17,1 JN 17,5 JN 17,10 JN 17,24 JN 17,23-26),
el cumplimiento de la voluntad del Padre, de su Designio de salvación (cf JN
17,2 JN 17,4 JN 17,6 JN 17,9 JN 17,11 JN 17,12 JN 17,24) y la liberación
del mal (cf JN 17,15).
2751
Por último, en esta oración Jesús nos revela y nos da el "conocimiento"
indisociable del Padre y del Hijo (cf JN 17,3 JN 17,6-10 JN 17,25) que
es el misterio mismo de la vida de oración.
HERMENÉUTICA DE LA
FE
Vínculo literario de las lecturas
Hch 15,28-29
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Ap 21,22-23
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Jn 14,26
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Hemos
decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las
indispensables: que os abstengáis de carne sacrificada a los ídolos, de sangre, de animales
estrangulados y de la fornicación. Haréis bien en apartaros de todo esto.
Salud.”
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Santuario
no vi ninguno, porque es su santuario el Señor Dios todopoderoso y el
Cordero. La ciudad no necesita sol ni luna que la alumbre, porque la gloria
de Dios la ilumina y su lámpara es el Cordero.
|
el
Espíritu Santo, que enviará el padre en mi nombre, será quien os lo enseñe
todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho
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Jesucristo
resucitado se manifiesta a sus discípulos y no a los demás por la unión en el
vínculo del amor, “el
Señor le explica la causa por qué se ha de manifestar a ellos y no a los
extraños, a saber: porque lo aman, y aquéllos no… El amor aparta del mundo a
los santos” (San Agustín). La prueba de ese auténtico amor está en
el cumplimiento de la voluntad divina, tanto respecto a Dios como respecto a
los hombres. Dios inhabita en el discípulo que ama porque “de tal manera está
penetrado del amor divino, que ni aun en el tiempo de la tentación lo echa en
olvido. Verdaderamente ama a Dios aquel que no se deja dominar un momento en su
alma por los malos deleites. Tanto más se aleja uno del amor supremo cuanto más
se acerca a las cosas inferiores” (San Gregorio).
El
Espíritu Santo es quien hace presente a Cristo mediante el recuerdo interior y
la actualización sacramental de su amor, “recordar… "volver a llevar al
corazón" en la memoria y en el afecto, pero es también celebrar una
presencia” (San Juan Pablo II). El Paráclito “nos hace Iglesia, comunión
y comunidad incesantemente convocada, renovada y relanzada hacia el
cumplimiento del reino de Dios” (Benedicto XVI). Mediante la participación
en “el
don de la gracia que viene del Espíritu el hombre entra en « una nueva vida
», es introducido en la realidad sobrenatural de la misma vida divina y llega a
ser «santuario del Espíritu Santo», « templo vivo de Dios »… En la comunión de
gracia con la Trinidad se dilata el «área vital» del hombre, elevada a nivel
sobrenatural por la vida divina” (DV 58).
Esta
participación en la vida trinitaria nos hace experimentar el don mesiánico de
la paz, “la paz
que Jesús trae es el don de la salvación que él había prometido durante sus
discursos de despedida” (Benedicto XVI); la paz de Cristo supera al simple
saludo y la paz política, “es un don, el don que el Resucitado quiere hacer a
sus amigos, y al mismo tiempo es una consigna: esta paz, adquirida por Cristo
con su sangre, es para ellos pero también para todos nosotros, y los discípulos
deberán llevarla a todo el mundo” (Benedicto XVI).
La
comunión de amor con Jesucristo nos sitúa en su misma gloria pascual: “La paz de Cristo reconcilia
las almas, purifica los corazones y convierte las mentes… el bien de la
salvación —que es paz, gracia y perdón— brota, como de un manantial inagotable,
de esa inhabitación de Dios en nosotros por el amor… La paz, por
consiguiente, es don de la Santísima Trinidad. Y para que Dios nos la otorgue,
para gozar de su vida y de su paz, nos exige amarlo, guardar su palabra, que
seamos fieles a sus mandamientos y enseñanzas” (San Juan
Pablo II).
Jesucristo
vuelve al Padre y retorna a la humanidad con la fuerza de la novedad redentora,
“en
nuestra muerte el partir es algo definitivo; no hay retorno. Jesús, en cambio,
dice de su muerte: «Me voy y vuelvo a vuestro lado». Precisamente al irse,
regresa. Su marcha inaugura un modo totalmente nuevo y más grande de su
presencia. Con su muerte entra en el amor del Padre. Su muerte es un acto de
amor. Ahora bien, el amor es inmortal. Por este motivo su partida se transforma
en un retorno, en una forma de presencia que llega hasta lo más profundo y no
acaba nunca… Su partida se convierte en un venir en el modo universal de la
presencia del Resucitado ayer, hoy y siempre” (Benedicto XVI).
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