Ir al contenido principal

JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO (C)



Monición ambiental
Cerramos este domingo el ciclo C del tiempo litúrgico con la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo. El Señor reina desde la Cruz y desde la Resurrección. Para acceder al Reino de Dios hemos de tener fe en Jesucristo, hemos de entrar a través de su humanidad. La Palabra nos propone a través del buen ladrón la clave para entrar al Reino de Dios: reconocer nuestro pecado y suplicar a Jesús que nos conceda la salvación.
Oración Colecta
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste fundar todas las cosas en tu Hijo muy amado, Rey del Universo, haz que toda la creación, liberada de la esclavitud del pecado, sirva a tu majestad y te glorifique sin fin.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Primera Lectura 
M. En el libro de Samuel se recoge el momento en que David es ungido por los ancianos como rey de Israel.
Lectura del segundo libro de Samuel
5,1-3.
En aquellos días, todas las tribus de Israel fueron a Hebrón a ver a David y le dijeron: ―«Hueso tuyo y carne tuya somos; ya hace tiempo, cuando todavía Saúl era nuestro rey, eras tú quien dirigías las entradas y salidas de  Israel. Además el Señor te ha prometido: “Tú serás el pastor de mi pueblo Israel, tú serás el Jefe de Israel.”» Todos los ancianos de Israel fueron a Hebrón a ver al rey, y el rey David hizo con ellos un pacto en Hebrón, en presencia Señor, y ellos ungieron a David como rey de Israel.
 Palabra de Dios.

Salmo Responsorial  
Sal 121, 1-2. 4-5.  (R.:cf.1)
M. El salmo 121 nos invita a alegrarnos cuando vamos al encuentro del Señor, digamos: R/. Vamos alegres a la casa del Señor.

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
Tus umbrales, Jerusalén.
R/. Vamos alegres a la casa del Señor.

Allá suben las tribus,
Las tribus del Señor,
Según la costumbre de Israel,
A celebrar el nombre del Señor;
En ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.
R/. Vamos alegres a la casa del Señor.

Segunda Lectura
M.  San Pablo en la carta a los Colosenses nos invita a dar gracias a Dios por haber sido conducidos al reino de su Hijo Jesucristo.
Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Colosenses 1,12-20.
Hermanos:
Damos gracias a Dios Padre, que nos ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz.
Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. Él es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque por medio de él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles, Tronos, Dominaciones, Principiados, Potestades; todo fue creado para él y por él. Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él. Él es también la cabeza del cuerpo: de la iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo. Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.
Palabra de Dios.

M.  San Lucas relata el momento de la Crucifixión de Jesús donde los que no tienen fe insultan al Rey de los judíos, en cambio, el buen ladrón movido por la fe pide al Señor que se acuerde de él cuando esté en su reino.

Aclamación antes del Evangelio
Aleluya Mc 11,9b-10a.
Bendito el que viene  en el nombre del Señor.
Bendito el reino que llega, el de nuestro padre David.

Evangelio
 Lectura del santo evangelio según san Lucas 23, 35-43.
En aquel tiempo, las autoridades hacían muecas a Jesús, diciendo:
―«A otros ha salvado; que se salve así mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido.» Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre diciendo: ―«Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.»
Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: «Éste es el rey de los judíos.» Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: ―«¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.» Pero el otro lo increpaba: ―«¿Ni  siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada.» Y decía: ―«  Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino.» Jesús le respondió:  ―«Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso.»
Palabra del Señor.

HOMILIA
CREDO

CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
CEC 440, 446-451, 668-672, 783, 786, 908, 2105, 2628: Cristo, Señor y Rey
CEC 678-679, 1001, 1038-1041: Cristo juez
CEC 2816-2821: “Venga tu Reino”

668 "Cristo murió y volvió a la vida para eso, para ser Señor de muertos y vivos" (RM 14,9). La Ascensión de Cristo al Cielo significa su participación, en su humanidad, en el poder y en la autoridad de Dios mismo. Jesucristo es Señor: posee todo poder en los cielos y en la tierra. Él está "por encima de todo principado, potestad, virtud, dominación" porque el Padre "bajo sus pies sometió todas las cosas"(EP 1,20-22). Cristo es el Señor del cosmos (cf.  Ef EP 4,10 1CO 15,24 1CO 15,27-28) y de la historia. En Él, la historia de la humanidad e incluso toda la Creación encuentran su recapitulación (EP 1,10), su cumplimiento transcendente.

669 Como Señor, Cristo es también la cabeza de la Iglesia que es su Cuerpo (cf.  Ef EP 1,22). Elevado al cielo y glorificado, habiendo cumplido así su misión, permanece en la tierra en su Iglesia. La Redención es la fuente de la autoridad que Cristo, en virtud del Espíritu Santo, ejerce sobre la Iglesia (cf.  Ef EP 4,11-13). "La Iglesia, o el reino de Cristo presente ya en misterio"(LG 3), "constituye el germen y el comienzo de este Reino en la tierra" (LG 5).

670 Desde la Ascensión, el designio de Dios ha entrado en su consumación. Estamos ya en la "última hora" (1JN 2,18 cf. 1P 4,7). "El final de la historia ha llegado ya a nosotros y la renovación del mundo está ya decidida de manera irrevocable e incluso de alguna manera real está ya por anticipado en este mundo. La Iglesia, en efecto, ya en la tierra, se caracteriza por una verdadera santidad, aunque todavía imperfecta" (LG 48). El Reino de Cristo manifiesta ya su presencia por los signos milagrosos (cf.  Mc MC 16,17-18) que acompañan a su anuncio por la Iglesia (cf.  Mc MC 16,20).

671 El Reino de Cristo, presente ya en su Iglesia, sin embargo, no está todavía acabado "con gran poder y gloria" (LC 21,27 cf. MT 25,31) con el advenimiento del Rey a la tierra. Este Reino aún es objeto de los ataques de los poderes del mal (cf. 2TH 2,7), a pesar de que estos poderes hayan sido vencidos en su raíz por la Pascua de Cristo. Hasta que todo le haya sido sometido (cf. 1CO 15,28), y "mientras no [...] haya nuevos cielos y nueva tierra, en los que habite la justicia, la Iglesia peregrina lleva en sus sacramentos e instituciones, que pertenecen a este tiempo, la imagen de este mundo que pasa. Ella misma vive entre las criaturas que gimen en dolores de parto hasta ahora y que esperan la manifestación de los hijos de Dios" (LG 48). Por esta razón los cristianos piden, sobre todo en la Eucaristía (cf. 1CO 11,26), que se apresure el retorno de Cristo (cf. 2P 3,11-12) cuando suplican: "Ven, Señor Jesús" (AP 22,20 cf. 1CO 16,22 AP 22,17-20).

672 Cristo afirmó antes de su Ascensión que aún no era la hora del establecimiento glorioso del Reino mesiánico esperado por Israel (cf.  Hch AC 1,6-7) que, según los profetas (cf.  Is IS 11,1-9), debía traer a todos los hombres el orden definitivo de la justicia, del amor y de la paz. El tiempo presente, según el Señor, es el tiempo del Espíritu y del testimonio (cf  Hch AC 1,8), pero es también un tiempo marcado todavía por la "tribulación" (1CO 7,26) y la prueba del mal (cf.  Ef EP 5,16) que afecta también a la Iglesia (cf. 1P 4,17) e inaugura los combates de los últimos días (1JN 2,18 1JN 4,3 1TM 4,1). Es un tiempo de espera y de vigilia (cf. MT 25,1-13  Mc MC 13,33-37).

ORACION DE LOS FIELES
Dirijamos, llenos de confianza, nuestras suplicas a Cristo, supremo Señor de la vida y de la muerte y rey de todas las criaturas del cielo y de la tierra, diciendo: R/ Jesucristo Rey, ten misericordia de nosotros.
h Para que los pastores y fieles de la Iglesia se esfuercen con celo para reconciliar al universo con Dios y en pacificar por la sangre de la cruz de Jesucristo a todas las criaturas, roguemos al Señor.
h Para que la semilla evangélica, escondida en las diversas religiones y culturas germine y se manifieste, y todos los hombres reconozcan con gozo que Cristo es el Señor, para gloria de Dios Padre, roguemos al Señor.
h Para que quienes aún viven bajo el dominio de la ignorancia, el pecado o el sufrimiento sean trasladados al reino de Cristo y encuentren el fin de sus penas, roguemos al Señor.

Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, que nos llamas a reinar contigo en la justicia y en el amor, escucha las oraciones de tu pueblo, sácanos del dominio de las tinieblas y fortalece nuestras débiles voluntades, para que sigamos las huellas de tu Hijo y, como él, demos la propia vida en bien de los demás y compartamos con ellos el reino de Cristo en el paraíso. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Oración sobre las Ofrendas
Te ofrecemos, Señor, el sacrificio de la conciliación de los hombres pidiéndote humildemente que tu Hijo conceda a todos los pueblos el don de la paz y la unidad.
Por Jesucristo nuestro Señor.

Antífona de comunión  Sal  28, 10-11.
El Señor se sienta como rey eterno, el Señor bendice su pueblo con la paz.
Oración después de la Comunión
Después de recibir el alimento de la inmortalidad, te pedimos, Señor, que quienes nos gloriamos de obedecer los mandatos de Cristo, Rey del Universo, podamos vivir eternamente con él en el reino del cielo.
Por Jesucristo nuestro Señor.

HERMENÉUTICA BÍBLICA DE LA FE
Dios reina mediante su Hijo Unigénito: “Generado antes de toda criatura”. Y por tanto es Rey por naturaleza. Su Reino ha sido inscrito en la obra misma de la creación. Él precede a toda creatura. Toda creatura desde el principio lleva sobre sí el sello de su Reino: “Porque en él fueron creadas todas las cosas”. Este es por tanto el reinar del Verbo eterno… El eterno reinar de Dios en la creación se realiza mediante el Verbo-Hijo… Este Reino tiene su dimensión histórica mediante el misterio de la Redención” (San Juan Pablo II).

El Sacrificio sin límites de Jesucristo muestra toda su realeza. “No salvándose a sí mismo, sino salvando a sus creaturas, era como quería el Señor ser reconocido por Salvador… De este modo es considerado el Señor como Salvador, cuando El no necesitaba de salvación. Tampoco quería ser reconocido como tal bajando de la cruz, sino muriendo” (San Agustín). “Cristo es Rey mediante la cruz y la resurrección. Precisamente de este modo ha llegado a ser ‘el Primogénito de aquellos que resucitan de entre los muertos’ y al mismo tiempo ha reconfirmado su ‘primado sobre todas las cosas” (San Juan Pablo II).

El título “Rey de los judíos” para los israelitas tiene el sentido de los reyes temporales que tuvieron en su tiempo, al dudar de su reinado ellos manifiestan su incredulidad no obstante que tenían muchos indicios para reconocerlo como el Cristo, prefirieron crucificarlo. Los soldados romanos lo insultan pensando que era el rey temporal judío, pero sin las luces de la sagrada Escritura. “Sólo el buen ladrón vuelve a Jesús la mirada de la fe y lo invoca con la audacia de la esperanza. Él ha reconocido al Mesías. Espera el Reino de vida en el cual entrará el Hijo. Da su fe a aquel en el cual Dios “ha querido reconciliar en sí todas las cosas… pacificando con la sangre de su cruz” (San Juan Pablo II). 
El primer fruto de la Pasión y muerte de Jesucristo fue la promesa de una nueva vida. La salvación, que es perdonar los pecados y elevar a la vida divina, es don de vida y de resurrección. Los signos de la salvación son los milagros, las curaciones y las resurrecciones. He aquí la esperanza para el hombre. Por esto la maravillosa fe del buen ladrón, fruto del don de la liberalidad divina, nos revela el camino para entrar al Reino de Dios.
El letrero sobre la cruz afirma una profunda verdad sobre el alcance universal del Reino de Dios: “El reino que tiene Jesucristo no es propio del cuerpo, sino de su poder divino” (San Ambrosio). Por esto los católicos celebramos esta glorificación del Señor, “el letrero sobre la cruz del Señor “en la perspectiva litúrgica, adquiere todo su espesor de una verdadera “profesión de fe”, que la comunidad cristiana está llamada a cumplir en el momento en el cual celebra el memorial del sacrificio de Cristo” (San Juan Pablo II).

Comentarios

Entradas populares de este blog

VIGÉSIMO CUARTO DOMINGO (C)

MONICION AMBIENTAL El Señor, rico en misericordia, aparece en todo el NT grandioso en su amor por los pecadores, a quienes busca y con quienes tiene mucha paciencia. San Pablo testifica que Jesucristo vino para salvar a los pecadores, de los cuales él es el primero. Este misterio de piedad divino nos invita a alegrarnos por la conversión de nuestros hermanos, a interceder por ellos cuando se apartan del Señor, del mismo modo que se alegran el cielo y los ángeles por un pecador que se arrepiente. ORACION COLECTA Oh Dios creador y dueño de todas las cosas míranos, y para que sintamos el efecto de tu amor, concédenos servirte de todo corazón. Por nuestro Señor Jesucristo. PRIMERA LECTURA M. En el libro del Éxodo Moisés intercede por Israel, que se había apartado del Señor, recordándole la promesa que le hizo a Abrahán. Ante esta súplica Dios desistió del castigo que quería darle a su pueblo. Lectura del libro del Éxodo 32,7-11. 13-14 En aquellos días, el Señor dijo a ...

LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR (C)

MONICION AMBIENTAL La Ascensión de Jesucristo a los cielos es para nosotros una liturgia de alabanza al Dios verdadero, que ha enaltecido en su Hijo único nuestra naturaleza humana de un modo grandioso. La Iglesia desde entonces continúa la misión redentora de Jesucristo asistida por la fuerza del Espíritu Santo. La Iglesia enseña, santifica y gobierna a todos los hombres que acogen por la fe esta acción redentora de Dios en Jesucristo. ORACION COLECTA Concédenos, Dios todopoderoso, exultar de gozo y darte gracias en esta liturgia de alabanza, porque la ascensión de Jesucristo, tu Hijo, es ya nuestra victoria, y donde nos ha procedido él, que es nuestra cabeza, esperamos llegar también nosotros como miembros de su cuerpo. Por nuestro Señor Jesucristo. PRIMERA LECTURA M. San Lucas relata otros aspectos de la Ascensión del Señor en los Hechos de los Apóstoles que no recoge en su evangelio, como la pregunta sobre la restauración de Israel y la aparición de dos ángeles. Le...