MONICION AMBIENTAL
El Señor nos
invita nuevamente este domingo a una actitud constante de humildad interior y
exterior, convencidos que el Señor da su gracia y revela sus secretos a los
humildes, como nos lo enseñó con su humildad y mansedumbre. También nos invita
a descubrir en nuestros hermanos más pobres interior y exteriormente su mismo
Rostro, siendo solidarios con ellos y sin esperar nada a cambio como lo pide el
verdadero amor.
ORACION COLECTA
Dios todopoderoso, de quien procede todo
bien, siembra en nuestros corazones el amor de tu nombre, para que, haciendo
más religiosa nuestra vida, acrecientes el bien en nosotros y con solicitud
amorosa lo conserves.
Por nuestro Señor
Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
M. En el libro del
Eclesiástico el Señor nos invita a humillarnos voluntariamente para alcanzar su
favor.
Lectura del libro del Eclesiástico 3,17-18.20.28-29
Hijo mío, en tus
asuntos procede con humildad y te querrán más que al hombre generoso.
Hazte pequeño en
las grandezas humanas, y alcanzarás el favor de Dios; porque es grande la
misericordia de Dios, y revela sus secretos a los humildes.
No corras a curar
la herida del cínico, pues no tiene cura, es brote de mala planta.
El sabio aprecia
las sentencias de los sabios, el oído atento a la sabiduría se alegrará.
Palabra de Dios.
SALMO RESPOSORIAL Sal 67,4-5ac.6-7ab.10-11(R.:cf.11b)
M. El salmista nos
invita a alegrarnos por la justicia y misericordia de Dios con los pobres y
justos, digamos también nosotros: R/.
Preparaste, oh Dios, casa para los pobres.
Los justos se
alegran, gozan en la presencia de Dios, rebosando de alegría.
Cantad a Dios,
tocad en su honor; su nombre es el Señor. R/.
Preparaste, oh Dios, casa para los pobres.
Padre de
huérfanos, protector de viudas, Dios vive en su santa morada.
Dios prepara casa
a los desvalidos, libera a los cautivos y los enriquece. R/. Preparaste, oh Dios, casa para los pobres.
Derramaste en tu
heredad, oh Dios, una lluvia copiosa, aliviaste la tierra extenuada; y tu
rebaño habitó en la tierra que tu bondad, oh Dios, preparó para los pobres. R/. Preparaste, oh Dios, casa para los
pobres.
SEGUNDA LECTURA
M. San Pablo nos
recuerda que nosotros nos hemos acercada al Mediador de la nueva alianza, a
Jesucristo y a la Jerusalén del cielo.
Lectura de la carta a los hebreos 12,18-19.22-24a
Hermanos:
Vosotros no os
habéis acercado a un monte tangible, a un fuego encendido, a densos nubarrones,
a la tormenta, al sonido de la trompeta; ni habéis oído aquella voz que el
pueblo, al oírla, pidió que no les siguiera hablando.
Vosotros os habéis
acercado al monte de Sion, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a
millares de ángeles en fiesta, a la asamblea de los primogénitos inscritos en
el cielo, a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su
destino y al Mediador de la nueva alianza, Jesús.
Palabra de Dios.
M. En el Evangelio
de este domingo el Señor nos invita a humillarnos constantemente y a ser
solidarios con quienes no pueden devolvernos nada, convencidos del favor divino
para el que ama de verdad.
ACLAMACION ANTES
DEL EVANGELIO
Aleluya Mt 11,29ab
Cargad con mi yugo y aprended de mí
―dice el Señor―,
Que soy manso y humilde de corazón.
EVANGELIO
† Lectura del santo evangelio según san Lucas
14,1.7-14
Un sábado, entró
Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban
espiando.
Notando que los
convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola:
―cuando te conviden
a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a
otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te
dirá:
“Cédele el puesto
a éste.”
Entonces,
avergonzado, iras a ocupar el último puesto.
Al revés, cuando
te conviden, vete a sentar en el último puesto, para que, cuando venga el que
te convidó, te diga:
“Amigo, sube más
arriba.”
Entonces quedarás
muy bien ante todos los comensales.
Porque todo el que
se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.”
Y dijo al que lo
había invitado:
― “Cuando des una
comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus
parientes, ni a los vecinos ricos, porque corresponderán invitándote y quedarás
pagado.
Cuando des un
banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no
pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.”
Palabra del
Señor.
ORACION DE LOS FIELES
Pidamos, hermanos, al Señor dé oídos a las súplicas
de su pueblo, diciendo: Te rogamos Señor, óyenos.
h Tengamos presente, hermanos, en
nuestras oraciones a la Iglesia santa, católica y apostólica, para que el Señor
la haga crecer en la fe, la esperanza y la caridad.
h Oremos también por los pecadores, por
los encarcelados, por los enfermos y por los que están lejos de sus hogares,
para que el Señor los proteja, los libere, les devuelva la salud y los
consuele.
h Oremos también por las almas de todos
los difuntos, para que Dios, en su bondad, quiera admitirlos en el coro de los
santos y de los elegidos.
h Pidamos también por los que nos
disponemos a celebrar la Eucaristía, para que el Señor perdone las culpas de los que vamos a
participar de sus sacramentos, otorgue sus premios a los que ejercerán los
diversos ministerios y dé salvación a todos aquellos por los que ofrecemos
nuestro sacrificio.
Dios nuestro, que invitas a pobres y pecadores al banquete alegre de la
nueva alianza, escucha nuestras oraciones y haz que sepamos honrar a tu Hijo en
los enfermos y en los humildes, a fin de que, alrededor de tu mesa, nos
reconozcamos mutuamente como hermanos.
Por Jesucristo, nuestro
Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Esta ofrenda,
Señor, nos traiga siempre tu bendición salvadora, para que se cumpla por tu
poder lo que celebramos en estos misterios.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Antífona de comunión Sal 30,20
Qué bondad tan grande, Señor, reservas para tus
fieles.
Oración después de la Comunión
Saciados con el
pan del cielo te pedimos, Señor, que el amor con que nos alimentas fortalezca
nuestros corazones y nos mueva a servirte en nuestros hermanos.
Por
Jesucristo nuestro Señor.
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
CEC 525-526: la Encarnación, un misterio de
humildad
CEC 2535-2540: el desorden de las
concupiscencias
CEC 2546, 2559, 2631, 2713: la oración nos
llama a la humildad y a la pobreza de espíritu
CEC1090, 1137-1139: nuestra participación en
la Liturgia celeste
CEC 2188:
el domingo nos hace partícipes en la asamblea festiva del cielo
2546 ‘Bienaventurados los pobres en el espíritu’ (MT 5,3).
Las bienaventuranzas revelan un orden de felicidad y de gracia, de belleza y de
paz. Jesús celebra la alegría de los pobres, a quienes pertenece ya el Reino (LC
6,20)
El Verbo llama ‘pobreza en el Espíritu’ a la
humildad voluntaria de un espíritu humano y su renuncia; el apóstol nos da como
ejemplo la pobreza de Dios cuando dice: ‘Se hizo pobre por nosotros’ (2CO
8,9) (S. Gregorio de Nisa, beat, 1).
2559 "La oración es la elevación del alma a Dios o la
petición a Dios de bienes convenientes"(San Juan Damasceno, f. o. 3, 24).
¿Desde dónde hablamos cuando oramos? ¿Desde la altura de nuestro orgullo y de
nuestra propia voluntad, o desde "lo más profundo" (PS 130,14)
de un corazón humilde y contrito? El que se humilla es ensalzado (cf LC
18,9-14). La humildad es la base de la oración. "Nosotros no
sabemos pedir como conviene"(RM 8,26). La humildad es una
disposición necesaria para recibir gratuitamente el don de la oración: el
hombre es un mendigo de Dios (cf San Agustín, serm 56, 6, 9).
2631 La petición de perdón es el primer movimiento de
la oración de petición (cf el publicano: "ten compasión de mí que soy
pecador": LC 18,13). Es el comienzo de una oración justa y pura. La
humildad confiada nos devuelve a la luz de la comunión con el Padre y su Hijo
Jesucristo, y de los unos con los otros (cf 1JN 1, 7-2, 2): entonces
"cuanto pidamos lo recibimos de El" (1JN 3,22). Tanto la
celebración de la eucaristía como la oración personal comienzan con la petición
de perdón.
2713 Así, la contemplación es la expresión más sencilla del
misterio de la oración. Es un don, una gracia; no puede ser acogida más
que en la humildad y en la pobreza. La oración contemplativa es una relación de
alianza establecida por Dios en el fondo de nuestro ser (cf JR 31,33).
Es comunión: en ella, la Santísima Trinidad conforma al hombre, imagen
de Dios, "a su semejanza".
HERMENÉUTICA BÍBLICA DE LA FE
Hoy en día “al humilde se le considera un abandonista, un
derrotado, uno que no tiene nada que decir al mundo. Y, en cambio, este es el
camino real, y no sólo porque la humildad es una gran virtud humana, sino, en
primer lugar, porque constituye el modo de actuar de Dios mismo. Es el camino
que eligió Cristo, el mediador de la nueva Alianza” (Benedicto XVI). Si queremos vivir en
comunión con el Dios que eligió y vivió la humildad, hemos de escuchar lo que
Dios quiere de nosotros. La humildad es el fundamento de la verdadera santidad.
Si estamos heridos por la soberbia que indudablemente nos conduce a la
muerte eterna, tenemos un Modelo digno de imitar que atrae: “¿Pues
qué mayor ejemplo de humildad podemos concebir que el Omnipotente se deje atar
con sogas y clavar a una Cruz? ¿Y que él, "en el cual están ocultos todos
los tesoros de la sabiduría y de la ciencia" (Col 2,3), permita que
Herodes y su ejército lo traten como un loco y lo vistan con una túnica blanca,
y que Aquél que "se sienta en querubines" (Ps 99,1) sufra el
mismo ser crucificado entre dos ladrones?” (San Roberto Belarmino).
El Señor nos “enseña la humildad, refrenando el deseo de
ocupar el primer lugar en el banquete nupcial” (San Ambrosio). No podemos olvidar que “cuanto
más pequeño es tu hermano, tanto más se aproxima Cristo y visita por él. Porque
quien recibe a un grande lo hace muchas veces por vanagloria y por otros fines
y se busca en muchas ocasiones la ventaja de ser promovido por él” (San Juan Crisóstomo). La sabiduría de
invitar al que no puede devolvernos el bien atesora para la eternidad, porque “los
que convidan a los pobres recibirán el premio en la otra vida, pero los que
convidan a los amigos, a los hermanos y a los ricos ya reciben aquí su premio” (Beda).
Lo más grande que Dios nos da es siempre gratuito porque no podemos
corresponder, he aquí la lógica de la gratuidad que Dios espera del que quiere
hacer el auténtico bien, a semejanza del Señor, “así ha actuado Dios mismo:
Él nos invita a su banquete de bodas al que no podemos corresponder, sino que
sólo podemos aceptar con alegría” (Benedicto XVI). No cabe duda que hacer el bien sin interés supone de
nuestra parte un amor maduro y auténtico.
Hemos de tener también una mirada eclesial de humildad para que “veamos
ante todo a los fieles que viven cada día su ser Iglesia con humildad y amor—
y, sin embargo, no debemos cansarnos de salir, como nos pide el Señor, "a
los caminos y cercas" (Lc 14,13), para invitar al banquete que Dios
ha preparado también a los que hasta ahora no lo han conocido, o quizá han
preferido ignorarlo”
(Benedicto XVI).
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